domingo, 26 de mayo de 2013

La madurez

Se dice que maduras cuando te ríes de lo que en su día te hizo llorar.
Para la RAE, madurar es: Adquirir pleno desarrollo físico e intelectual.

Pero para llegar al punto álgido de esa definición, primero pasas por unas fases más banales:



  • Cierras tu cuenta de Tuenti para darle uso a ese Facebook que te habías abierto para jugar al Farmville.
  • Salir un sábado es como jugar al parchís: sales uno, y tardas veinte en recuperar. 
  • Te pones a ver fotos de tus tiempos mozos, y te avergüenzas de esas botas blancas que tanto maldices ahora.
  • Dejas de mandar sms ahorrando vocales para escribir tuits con todos los signos ortográficos, tildes, y prefieres sacarte los ojos a leer cosas del estilo: "UeeeEeeE!!! sHA_mARiA_sHuLAAAA".
  • Vives tan al límite, que ignoras los mensajes en cadena que te mandan tus contactos amenazándote de que si no lo reenvías tendrás mala suerte. Total, ¿qué me puede pasar? ¿que Esperanza Gracia no saque a mi signo de los últimos puestos? 
  • En esta época de revolución tecnológica, muestras tu amistad enviando un mensaje de texto en los cumpleaños. Hoy en día, gastar 20 céntimos de más en tu factura de móvil, está por encima de nuestras posibilidades.
  • Tus temas de conversación han cambiado. Atrás queda el: "Tía, el chico que conocí no me ha vuelto a llamar". Ahora, además, es la bolsa de empleo la que no da señales de vida.
  • Te emocionas cuando te ponen en una discoteca canciones de tu etapa adolescente.
  • Vuelves a ver las películas Disney de tu infancia, pero esta vez a modo de musical.
  • Te sientes mayor rodeado de quinceañeros en un bar, pero luego es a ti a quién le siguen pidiendo el DNI.
  • Tus frases de cabecera son: "cuando yo empecé a salir...", "yo con su edad..."
  • Un escalofrío te recorre el cuerpo cuando se te olvida fichar el paro. 
  • Los dolores de cabeza ya no son sólo por la resaca de felicidad del fin de semana. Son producto de lo que cuesta que tu cartilla bancaria deje de estar en números rojos.
  • Cuentas hasta el último céntimo de lo que gastas porque sabes lo sacrificado que es ganarlo. 
  • Te aterra la expresión "salir de tranquis" porque no sabes dónde, cómo o con quién vas a amanecer. 
  • Te das cuenta de que la semana tiene de verdad siete días. Antes el domingo no existía: había un salto en el tiempo hasta el lunes, cuando por fin recuperabas tu vida.
  • Haces fotos chorras, que modificadas en el Instragram son verdaderas obras de arte.


Por favor, Peter Pan, ¡quédate más tiempo a mi lado!

  



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